A este tipo que le den.
Crónica en El Periódico:
Peter Gabriel, el eterno aventureroEl cantante británico protagonizó una
sugerente y audaz experiencia orquestal en el Palau Sant Jordi
Sábado, 25 de septiembre del 2010 JORDI BIANCIOTTO
Asumiendo que su fertilidad creativa actual es incomparable a la de hace tres
décadas (sus cuatro primeros discos en solitario pusieron alto el listón), Peter
Gabriel se las ingenia para ofrecer siempre algo nuevo que, además, suele ser
interesante. Su propuesta orquestal, que pasó el jueves por el Sant Jordi, no es
autocomplaciente, ni ostentosa; no es un grandes éxitos ni una demostración de
poder. Es una aventura refinada y despierta, que no desentona en su dignísima
hoja de servicios.
Peter Gabriel, en un momento de su actuación en el Palau Sant Jordi. ferran
sendra
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sección de Televisión y Radio de la edición impresa del día 25 de septiembre de
2010 VER ARCHIVO (.PDF)
Una ocurrencia cara, con una cincuentena de músicos en gira, que en el Sant
Jordi se encontró con un bonito telón negro cubriendo una porción de las gradas.
Sí, solo 4.000 personas, una tercera parte que en el último recital de Gabriel
(2003), se sintieron atraídos por una propuesta que, a priori, podía desprender
un vago aroma a tabarra sinfónico-new age. Pues no lo fue. Sí, hubo momentos en
que se acercó más a Steve Reich que a aquello que conocemos como pop, pero pocas
veces se ha afrontado un crossover de este tipo con tanta elegancia y
resolución.
La primera parte, donde desfilaron las 12 versiones de piezas ajenas que
constituyen su último disco, Scratch my back, fue la más dura. La New Blood
Orchestra, con arreglos de John Metcalfe, suministró soluciones audaces para
piezas como Heroes (Bowie), My body is a cage (Arcade Fire) y Après moi (Regina
Spektor), alternando el minimalismo y unas dinámicas casi expresionistas, con
ángulos y músculo. Movimientos de tierra que nunca desubicaron a un Gabriel de
serenidad zen, arropado a distancia por las voces de su hija Melanie y Ane Brun
(valiosa cantautora noruega que abrió la sesión con dos piezas a voz y
guitarra).
NUEVAS FORMAS / En la segunda parte, tras un descanso, Gabriel se dirigió a su
repertorio propio para darle nuevos perfiles. Una selección severa, con pocos
guiños populares; sin Sledgehammer, ni Shock the monkey, ni Biko. Los puntos de
luz de San Jacinto fueron un buen comienzo, y el temario se creció con las
dramáticas Signal to noise y Rhythm of the heat, la serenidad de Mercy street y
un crescendo que, vía Intruder y Red rain, desató la fiesta con Solsbury hill,
donde se rompieron las distancias y el público se situó a pie de escenario. En
los bises, In your eyes, Don't give up (con Ane Brun reescribiendo el papel de
Kate Bush) y The nest that sailed the sky sellaron casi tres horas de música
desafiante. Gabriel sigue vivo.